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lunes, 22 de enero de 2018

Zapatillas y Huaraches

“Always remember that you are absolutely unique. Just like everyone else”.- Margaret Mead


Cuando se trata de relaciones, muy comúnmente nos enfrentamos a un problema: el otro tiene la audacia de ser diferente a mí. ¿Qué le da el derecho a no pensar, sentir, actuar, y reaccionar exactamente igual que yo? Suena exagerado, pero es lo que esperamos. Y, ¿porqué es así?


El valor de la otredad
Partamos de la idea de que cada uno de nosotros tiene una historia diferente que nos caracteriza. Tal vez creciste en una familia tradicional formada por un padre y una madre. Tal vez no. Puede que hayas tenido una infancia feliz o llena de experiencias dolorosas. Puede ser que hayas carecido económicamente a lo largo de tu vida, o hayas disfrutado de lujos. Y, todas y cada una de las situaciones que caracterizaron tu crecimiento y formación hoy por hoy determinan tu marco de referencia; quién eres, cómo reaccionas ante ciertas situaciones, y cómo enfrentas el dolor, la felicidad o la tristeza. Nos formamos en tejidos de infinitas posibilidades y es por eso que somos todos, de una u otra forma, diferentes a los demás. El Dr. Alfonso Ruiz Soto dice que toda persona tiene las más profundas razones de ser como es y hacer lo que hace. Y no, esto no quiere decir que debamos justificar las acciones de los demás, si no entender el porqué de las mismas. Así que cuando nosotros esperamos que el otro actúe de una manera determinada, tenemos que tomar en cuenta que estamos creando una expectativa que depende en su totalidad de nuestro marco de referencia. Ahora bien, la otra persona actuará de la misma manera: desde su propio marco de referencia. Y si bien sus acciones pueden o no coincidir con la expectativa creada, son válidas también.
Aunque suene sencillo, es uno de los mayores problemas que se presentan en cualquier tipo de relación. Para ahorrarnos malos ratos, corajes, o evitarnos algunas peleas, hay que empezar por reconocer el valor de la otredad.





Em (za) patía


¿Qué pasa cuando el otro no cumple nuestras expectativas? Cuando no estamos de acuerdo con el comportamiento de los demás, tendemos a señalarlos y decir con la mano en la cintura “Si yo estuviera en tus zapatos, no lo resolvería así”. Por supuesto que no funciona así. Si estuviéramos en los zapatos del otro, seríamos literalmente el otro. Es imposible coincidir con todas y cada una de las visiones de las demás personas, así como también es imposible tomar sus situaciones y vivirlas por ellos. No se trata de convertirnos en seres inocuos de la noche a la mañana, si no de poco a poco ampliar nuestro criterio y nuestra perspectiva para poder crear vínculos reales, profundos y, sobretodo, sanos. Si bien no podemos ponernos los zapatos del otro y recorrer el camino, podemos comenzar por entender que cada quien camina a su propio paso.



Judging a person does not define who they are. It defines who you are.

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